La localidad acoge más de 80
celebraciones organizadas
mayoritariamente por comisiones de vecinos en sus calles y barrios

Exceptuando las fiestas
organizadas por el Ayuntamiento de Los Realejos como Carnaval, Fiestas de Mayo,
El Carmen y Navidad, el grueso de las celebraciones son promovidas directamente
por los vecinos de todos y cada uno de los barrios con sus respectivas
comisiones, encargadas de obtener los fondos económicos necesarios y organizar
el programa de actos. La devoción a la Cruz y a múltiples advocaciones marianas
es el motor de la gran mayoría de ellas.
Según Manuel Domínguez, alcalde
del municipio, “el gran patrimonio inmaterial que atesora Los Realejos se
manifiesta principalmente en sus fiestas populares, que tenemos datadas ya en
su amplia mayoría con una guía turística específica, un legado cultural vivo y dinámico que no se cierra a lo nuevo y
que pone de manifiesto la identidad y la forma de sentir y celebrar de un
pueblo que mima unas tradiciones, que llevan en su memoria genética”.
Muchas de estas celebraciones,
añade Domínguez, tienen más de cuatro siglos de existencia y son referentes en
toda la comarca.
El regidor municipal, destaca el
efecto dinamizador que sobre la economía
tiene un calendario festivo tan amplio, no sólo por la gran cantidad de
visitantes que comparten estas celebraciones, sino también por los vecinos.
“Somos un pueblo eminentemente mariano, pero en cada rincón te puedes encontrar
desde una Cruz, la festividad por excelencia del municipio, hasta un chorro
enramado”.
Un dato que resalta la
importancia del espíritu festivo del realejero es que existen dos fiestas
declaradas de interés turístico nacional, por un lado, la Romería Regional de
San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza y, por otro, las Cruces y Fuegos
de Mayo, aunque ésta última aspira a conseguir en 2020 el de interés
internacional. Asimismo, se encuentra en
su fase final el expediente para que la Festividad de la Octava del Carmen y su
procesión de los marinos sea declarada Fiesta de Interés Turístico de Canarias.
Para la edil de festejos, Isabel
Socorro “muchos estudiosos de este fenómeno social que son las fiestas
realejeras consideran que son necesarias porque sirven para conectar a las
personas entre sí, porque generan recuerdos comunes y esperanzas colectivas,
afirman valores y son fundamentales para conformar el sentido de comunidad de
un pueblo. Ellas son además una garantía para conservar tradiciones
gastronómicas, citas deportivas, eventos culturales y manifestaciones
etnográficas, haciéndolas participes a todos de manera accesible y
conformándose como piezas clave de nuestro patrimonio cultural”.
Desde las Fiestas de San Antonio
en Tigaiga, primera romería del norte de la Isla a mediados de enero, hasta las
de San Martín de Porres, el 3 de noviembre, los barrios realejeros viven un
festivo frenesí que alcanza su apogeo en estos meses de verano.
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